Mar adentro

Mar adentro,

hacia el ancho fondo

que se abre de orillas,

hacia ese centro

de oceana comprensión,

donde cada vida

 se disuelve y se expande

sin límites;

hacia ese  lugar

sin coordenadas y sin yoes

donde la paz

rebosante de luz

descansa de sus sombras,

hacia ese profundo silencio

de esa nada que todo lo contiene.

En esa desmaterializante dimensión

que busco y me espera,

está, ese libre mar, de plena vida,

donde tanta mediocridad

desenmuere.

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A que la vida cueste dinero,

los ricos le llaman, crear riqueza.

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Observando atentamente

las formas de los embases,

los aromas, los colores y sabores,

sensuales.

La inestable juventud

de espumosa sensatez

y suave ingratitud.

La esperada madurez

de conseguida agridud

cuyo cuerpo coge ser.

Y esos fermentos de madre

ganados con la vejez

que van trasmitiendo herencias

de fineza y de saber.

Controvertida actitud

que nos libera y engancha,

nos refresca y acalora,

nos eleva y nos arrastra,

que nos inspira y embota,

nos levanta y nos agacha,

que nos crece y nos devora,

nos domina y nos ensalza,

que nos priva y nos desborda,

nos anima y emborracha;

con sus armas de placer.

Matizadas referencias

de malicia y de virtud

observadas a la vez

en distintas procedencias

que por su a finitud

tengo que reconocer

que encuentro similitud

entre el vino y la mujer.

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¿Por qué no escribo;

como un volcán en erupción,

como una fuente a borbotones,

soltando al vuelo

palabras libres

que solo digan,

lo que en el fondo quiero decir?

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En este sistema

tan competidor,

si no eres primero

eres perdedor.

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Si nací tardíamente

porque apretando forzaron

mi indeciso nacimiento.

Si crecí de mala gana

aferrado a lo infantil

siempre negado a salir

de mi aterrado comienzo.

Si vivo siempre infeliz

tristemente descontento

renegando de una vida

que por miedo nunca acepto.

Si vivo a medio vivir

es que soy un medio muerto.

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La mayor tolerancia está

en aceptar los propios errores.