LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Yo soy un gran campeón




Yo soy un gran campeón,
llevando toda cuestión
a vaivenes de posturas
que no tengan conclusión,
lejos de orillas seguras
que me den limitación,
porque soy experto en dudas.

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En horas desencantadas de fundamento, cuando el presente se queda a solas consigo mismo, se me asoman preguntas incordies, o mejor dicho; insomnes e insistentes en saber: ¿A dónde quedan nuestras ilusiones y sueños no cumplidos?

Y después del silencio de un vacío ignorante, se me hace necesaria la respuesta. Que se conforma con inventos desvariados de razón, aunque no de corazón. De que pudiera ser, que solo fuéramos en realidad, tan solo ojos, sentidos, capaces de ver según su apertura; desde la más cerrada nada hasta la maravillosa plenitud de una existencia, que siempre estuvo y estará aquí; y que se hace realidad en nosotros, cuando somos capaces de mirarla.

Y que fuéramos, no más ni menos que recipientes; Santos Griales, contenedores de espíritu; angelical, impotente e incompleto, que necesita de cuerpos; materia, para realizarse y experimentar la vida, integral y verdadera.

Después, cuando los cuerpos se rompen o se desgastan por el uso; ese espíritu ocupador, ya enriquecido de experiencia y de color, busca otros cuerpos donde seguir haciendo su amor. Amor entre espíritu y materia, que se encarna y reencarna en cada ser que se pare a si mismo, dando a luz, la divina descendencia legitima de la vida, capaz de gozar, sufrir y de dar sus temporal estado por ella.

Entonces, la incertidumbre de mi duda queda un poco restablecida por la inventada respuesta. Pues me digo, que no hay desperdicio de ninguna vivencia, cumplida o no, por muy insignificante que la creamos.

Ya que todos compartimos la misma existencia, como afluentes de un mar universal, al que todo llega. Y que enriquecido con sabores y dolores, con deseos conseguidos y sueños por conseguir. Después se evapora y llueve, su diversa policromía creciente en luz, sobre otras nuevas materias, que heredan todo el patrimonio acumulado de evolución y sabiduría, de deseo, poesía y amor.

Por eso, nada se pierde en esa existencia colectiva, a la que podríamos llamarle, Dios.

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         El cuento de la Navidad


Mucho colorido, y luces de fiesta,

los escaparates, son los más lucidos,
llenos de regalos, con precios subidos,
para quien los pueda.
Al paso los mira un niño con frio,
no tiene chaqueta.
¿Es verdad mamá que nacerá un Cristo
que nos salvará?
Hijo no lo creas,
 tan solo es un cuento.
Llevan muchos años diciendo que nace
y solo es comercio.
Quieren que creamos
que si festejamos cada nacimiento,
nos renovaremos
 a nuestras miserias y malos trabajos,
sin que recordemos los años pasados.
¿Y los Reyes Magos, también son mentira?
Eso no,¡ lucero!
Que para eso estamos, los que te queremos.
Te daremos vida, cariño y amor,
y te enseñaremos la verdad mayor,
la que no es un cuento de falso exterior,
que deja que mueran tantos niños pobres
en campos de olvido,
para las creencias que alaban cantando
sus pocas conciencias.
Porque la verdad, está en tu interior,
donde echa raíces el buen sentimiento.
Por eso hijo mío, mírate por dentro,
que allí con paciencia, podrás construirte
un real Nacimiento,
en el que tú seas, el hijo de Dios,
que en ti, nacerá.
Si crees que la vida merece la pena,
y luchas a muerte, con armas de amor,
para que en el mundo no haya injusticia,
ni hambre, ni guerra.
Mamá, yo te creo, porque tu no mientes,
y en tus ojos veo, la estrella de oriente,
la que me guiará, a un belén viviente