LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

martes, 24 de enero de 2017

El árbol prohibido




Desde siempre ha habido un árbol, rebelde y maldito que ha querido crecer y expandirse entre la boscosa masa de este mundo. Ya, desde su primera presencia en el paraíso de lo extraterrenal, fue prohibido por el divino mandato de una primitiva Deidad que no quería competencias desleales a su exclusivo poder.
Aunque posteriormente, por culpa de un accidental atragantamiento, seguido de una presurosa huida, su perniciosa semilla fue trasportada y depositada, escatológicamente, sobre la árida tierra del penoso exilio terrenal del ser humano.
En los primeros tiempos, a esta semilla le costó mucho germinar en su nuevo suelo, siendo sus brotes constantemente  pisoteados y despreciados por la maldición que sobre este árbol recaía. Muy pocos atrevidos, en secreto, comieron sus exiguos frutos;  apenas menudas bayas, productoras de extrañas alucinaciones, incomprensibles por las pocas referencias mentales, de las que disponían sus profanos consumidores.
Algunos, bajo los efectos de sus potentes síntomas de liberación, incurrieron en imprudentes declaraciones contra lo institucionalmente establecido, sufriendo a consecuencia, la persecución y el martirio de la hoguera o la crucifixión. Quedando los mejor parados en ser tratados de locos o endemoniados. Cuando se trataba de mujeres, las denominaban” brujas”, a las que también se les castigaba con el desprecio y la hoguera.
Todos los poderes de este mundo, intentaron destruir e impedir la proliferación de este maldito árbol  que no pudo ser extinguido por la fuerza, aunque sí por la astucia, que naturalmente se desarrolla en la rastrera soberbia del limitado intelecto. Esta astucia, proclamó y sigue proclamando: que la conciencia se aprende a través de la moral; que la ideología debe ser, un copia y pega, de la de cualquier líder que se designe a sí mismo, sabedor de lo que debe ser; que la creencia debe de estar encasillada en los dogmas de la religión más cercana; que no se debe pensar por sí solo, porque esto lleva a la duda, a la infelicidad y a la locura. Aunque sí se debe memorizar  lo suficiente para que las saturadas mentes, repletas de superfluos datos, se queden relajadamente en paz.
Entonces, el pueblo se amansó hipnóticamente y trabajó, luchó y murió, defendiendo siempre el interés de sus amos. La obligación, la lealtad, el patriotismo y la fe ciega, se convirtieron en los valores más destacados del ser humano. El poder dominador fue envidiado y adorado por unos sumisos súbditos que sentían orgullo de servirle.
Las protestas, las revoluciones o las guerras, eran todas planificadas por los poderes interesados. Todo mensaje del tipo que fuere, estaba filtrado, censurado e inventado, para que desempeñara el efecto deseado en el manipulado pueblo. Se desarrollaron muchas distracciones, movedoras de masas, para controlar al obediente rebaño humano en el apropiado redil.
Muy pocos se salvaron de esta reglada felicidad. Solamente gente rara, que parecieron locos, que no reían cuando había que reír, ni lloraban cuando había que llorar. Extraños humanos amantes de la naturaleza y de la soledad que encontraron entre el silencio, pequeños frutos desecados por el olvido, y que a escondidas los degustaron en la intimidad del sueño. Que hablan y a veces predican, incomprensibles ideas para un futuro mundo mejor.
Ellos se cosechan sus particulares bonsáis para su personal consumo. No hay muchos  pero sí bastantes y cada día más, repartidos en todos los empleos y dedicaciones. Aunque siempre a contracorriente de la homogénea masa que los rodea.
No destacan físicamente ni en capacidad de liderar. Pasan bastante desapercibidos hasta que denuncian en soledad, la injusticia cercana, en contra de lo esperado por el cómplice silencio de la domada colectividad.
Ese árbol prohibido, siempre fue perseguido, talado, quemado e ignorado por la inmensa mayoría; manipulada, uniformada y convencida de que la verdadera ciencia del saber se encuentra en los adelantos tecnológicos y no en la capacidad de comprender, de empatizar, de perdonar, de sentir la verdad a través de cuestionarlo todo, aunque todo esto dé lugar a una forma de vida totalmente inestable y llena de dudas.
Por eso atrevidos, comed de este árbol sus frutos prohibidos y descubriréis la verdad sincera, sin contaminar, la que os hará libres, la que sentiréis en lo más profundo de vuestra opinión. Seréis como Dios, juzgareis el mal, sin odio y sin ira, sabiendo que es solo la pobre torpeza de un mundo atrasado en evolución.
Buscarlo y lo encontrareis. En las altas soledades de las montañas es fácil dar con él.
El árbol de la ciencia de la conciencia sigue vivo, exclusivo para seres humanos que no soportan las rejas que encarcelan las ideas, y que se buscan salidas hacia profundos adentros donde la libertad se abre hacia infinitos caminos.
Buscad en señales, interpretad sonidos, leed entre líneas, pues muchas de sus semillas se pueden encontrar, escondidas, entre las páginas de algunos  libros.

.


sábado, 21 de enero de 2017

Hoy es tu cumpleaños ¡mi amor!




Hoy es tu cumpleaños ¡ mi amor!
y me dices, quien lo diría,
que cumples sesenta y dos.
Perdona que mi falta de memoria
no sepa mirar tu edad
sino tu sabia hermosura
a la que el tiempo embellece
como a la fruta madura.
Y ya puestos en perdón,
Perdona por mi falta de cordura
para servirte y para amarte.
Perdona por necesitarte tanto,
y ser rémora que se alimenta,
de tu ánimo, de tu fuerza y tu valentía;
satélite que se luce con tu luz,
la de estrella palpitante de energía.
Perdona porque mi amor hacia ti
sea tan infantil,
tan dependiente de tu mirada
aprobatoria.
Porque siendo viejo,
todavía necesito de tu pecho,
cálido al abrazarme.
Perdona el egoísmo de mis tristezas
producidas por amneas de tu aliento.
Y en fin,
Perdona por no ser el amor que te mereces,
aunque me esfuerce.
porque ni en cien vidas
podría alcanzar tu nivel.
Por eso me rindo
a que me quieras como quieras
y para lo que quieras,
aunque sea tan solo
para sentirte adorada
por un humilde súbdito
de tu grandeza.
El que sabe que tú eres
como un cálido edredón
que cobija a quien se mete
en tu blando corazón,
donde tienes tanta gente
que te dará siempre amor.

FELIZ   CUMPLEAÑOS