LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

domingo, 20 de octubre de 2013

Tenemos un juez interior




Tenemos un juez interior que nos juzga implacablemente,
sentenciando nuestra autoestima, la cual puede ser medida,
con la emoción que nos producen las alabanzas.

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No somos todo,
ni parte imprescindible de la vida.
No somos, vivos ni muertos,
el todo de los demás.
No somos espacios acaparadores,
presenciales de las vidas de cada ser.
Aunque sí somos:
sublimes pequeñeces eternas por sentir,
pequeñas pinceladas en el gran paisaje de la existencia,
sencillas mariposas que deleitan nuestra atención.
No somos mucho, pero tampoco somos nada.
Porque somos: esas pequeñas grandezas, poderosas de crear,
 ese divino paraíso en el que todo está;
todo luce y se recuerda.
 Hermosa diversidad de variada belleza,
en la que ninguna presencia debe de ser pretenciosa
 en ocupar lo que no le corresponde,
por no saber que todos al fin,
no somos ni más ni menos
que  flores en el jardín.

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Yo veo el reino del bien en este mundo, semejante a un monte,
 por el cual asciende con dificultad la humanidad, hasta llegar a su cima.
En la cual, todo se hará fácil.
Pues no habrá conciencia que desconozca la lógica del” amor”.









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Se distingue a los cobardes
por una clara postura,
ya que siempre que ellos pueden
imponen su dictadura.

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Toda posesión es reciproca.
Si quieres que algo se te valla,
no lo retengas.
Olvida, y lo que olvides,
se olvidará de ti.
Porque no hay dolor ni miedo ni amenaza,
ni enemigo ni necio,
que no se ahuyente con el desprecio.

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Esta vida tiene dos coordenadas importantes:
una,  la de vivir sus acontecimientos,
y otra, la de contarlos;
y que nos escuchen.
O mejor dicho; que nos sientan.

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La crisis del 2008 al…..

Hubo una vez que los ricos del mundo desarrollado, se les fue demasiado el control de sus pobres; que por disfrutar de un ligero estado del bienestar; se fueron liberando en exigir cada vez más derechos.
Y fue, que estos ricos, seguramente pactaron su estrategia. Consistente en provocar una masiva aportación de préstamos, fáciles y baratos. A sabiendas que la ignorancia del pobre, aprovecharía este cebo, para picar en el falso mundo, para él, de la propiedad.
De esta forma, cuando todos se endeudaron. Los agudos ricos, provocaron una crisis, prevista, la cual disminuyó masivamente la mano de obra; y por consiguiente, provocó,
la impotencia del pobre para pagar sus pequeñas deudas. Y como si esto fuera poco, se lanzó una amplia información mediática, de las inestables: prima de riesgo y bolsa. Asustando al pueblo con que él, debía de pagar sus consecuencias. Y que para poder salir de la dichosa crisis, el obrero, debía de aceptar bajadas de sueldo y reformas laborales, a gusto de patrón.
Se despidieron a muchos obreros, y se cerraron tantas pequeñas empresas, que solo quedaron las grandes multinacionales y los bancos; nidos de capitales, liberados de todo país, que pudieron invertir en inversiones especulativas, a través de las cuales se podían enriquecer, a costa del empobrecimiento masivo de todos los pobres del mundo.
Así fue como ocurrió, y como sigue ocurriendo, en esta lucha victoriosa del rico sobre el pobre. Hasta que llegue algún día en el que el pobre se dé cuenta de que la lucha del pobre no debe de ir en dirección de hacerse rico, sino de establecer un mundo de justicia, derechos, y sobre todo; equilibrio ecológico. En el cual se pueda vivir con un consumo respetuoso con el medio que nos alimenta.
Pues esta crisis, difícil de pasar, debe servir para tomar conciencia de que el capitalismo inhumano, es el camino hacia un imperialismo erróneo que acabará autodestruyéndose.
Y colorín colorá, esta verdad no sé cuándo acabará.

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Erase una vez un amor egoístamente comprimido, que cansado de su solitaria individualidad, se abrió explosivamente, en un “bing- bang”, hacia la libertad de sí mismo. Y así fue, dividiéndose y subdividiéndose en partes, cada vez más pequeñas, que girando sobre sí mismas, a la vez, que recorriendo orbitas sobre jerarquías de superior presencia; seguramente fueron bailando al son de alguna música celestial.
Armonía que se fue afinando en detalles de profundidad y complejidad, hasta llegar a la interactiva observación de sí misma. Peculiaridad que se hizo destacada en la naturaleza humana. La cual, perdida en su creadora responsabilidad; dudando, errando y en consecuencia acertando; pudo sentir la energía de la que era su ser. Pudiendo valorarse en dicha semejanza, como partícula universal, en movimiento de rotación y traslación, a la vez que de expansión. Pues pudo sentir, como su más cercano movimiento: el que siempre le hacía girar sobre sí mismo, sintiéndose egoísta, y cerrado a ver la vida desde su exclusivo punto de vista. Aunque también pudo sentir su movimiento de búsqueda alrededor de ídolos mayores, sobre los cuales pudo viajar hacia otros y otros estelados mundos de visualización. Todo esto hacia la expansión liberadora de toda particularidad. Cuya, cada vez más, reforzada consciencia, hace reconocer que los humanos somos: partes universales en expansión de visión, que con nuestros movimientos, debemos sentir y bailar, la música que nos mueve. Armonizándonos en ella como instrumentos de orquesta. A sabiendas de que la bella composición que podemos llegar a crear, es la del infinito y libre “amor”.