¡Y si creer en Dios, fuera,
simplemente "creer"!
Creer en algo, creer en todo.
Creer que existen las buenas personas, y creer que estas son la mayoría.
Creer que esta vida, si no fuera por el miedo y la desconfianza, nos sabría a gloria.
Creer que un mundo mejor es posible, porque siempre estaremos en obras,
construyendo una grandeza infinitamente elaborada.
Creer que más allá de toda diversidad, hay una esencia que todo lo une y lo hace ser el mismo ser, prolongado e infinito a la vez que íntimo y sentido, si se cree en su universal vínculo llamado amor.
Creer que el bien y el mal pudieran ser una distorsión visual específica de lo humano, portadora de referencias locales de baja dimensión que solo sirven para superaciones en niveles de aprendizaje.
Para poder creer por encima de este humano error que a vista de amor todo es bueno.
Porque creer en Dios pudiera ser que simplemente fuera, creer que nuestra divina existencia es maravillosamente verdadera.
Creer en algo, creer en todo.
Creer que existen las buenas personas, y creer que estas son la mayoría.
Creer que esta vida, si no fuera por el miedo y la desconfianza, nos sabría a gloria.
Creer que un mundo mejor es posible, porque siempre estaremos en obras,
construyendo una grandeza infinitamente elaborada.
Creer que más allá de toda diversidad, hay una esencia que todo lo une y lo hace ser el mismo ser, prolongado e infinito a la vez que íntimo y sentido, si se cree en su universal vínculo llamado amor.
Creer que el bien y el mal pudieran ser una distorsión visual específica de lo humano, portadora de referencias locales de baja dimensión que solo sirven para superaciones en niveles de aprendizaje.
Para poder creer por encima de este humano error que a vista de amor todo es bueno.
Porque creer en Dios pudiera ser que simplemente fuera, creer que nuestra divina existencia es maravillosamente verdadera.
Yo, con un yo para los dos
tendría bastante,
aunque siempre fuera tu amor
el que decidiera mi felicidad.
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Tendría que escribir algo,
no sé, a lo mejor de la vida o a lo peor de la muerte, aunque mi permanente
duda, sin
descanso se esfuerza por descifrar las dos caras de una misma vivencia.
Vida y muerte,
Vida y muerte,
inevitablemente siempre
unidas, perversas cómplices de un mismo fin.
Culpable acuerdo de combinada
intención que no llego a comprender,
quien es en esta vida la
verdadera protagonista.
Si la muerte;
acompañante inseparable de
todo proceso vital que contamina con su belicosa presencia cualquier
florida naturaleza, ilusionada por existir.
Tormentosa turbulencia que
constantemente se hace notar para no ser olvidada.
Amenazante tiniebla que no
para de oscurecer luces de la vida con su tétrica presencia.
Acechadora de Inocencias
infantiles o de momentos sublimes de felicidad. Carroñera que se ceba en toda
herida, habida de dolor y de rendida desgracia.
Inaceptable existencia de la
inexistencia, a no ser que la muerte sea imprescindible mantillo para la
vida.
Aunque en días de soleados
azules, amanecen fontanas blancas que me hacen ver, constantes nacimientos en
verdes y floridas primaveras.
Vida que germina hasta entre
las piedras y que revolotea feliz entre balas de cañón.
Novedosa siempre en
sonrisas infantiles anunciadoras de esperanzados finales de catastróficas
maldades.
Alado fénix capaz de
resurgir desde cualquier destrucción y volar hacia la más alejada e inhóspita
naturaleza.
Vida que como simiente
sobrenatural nunca se rendirá a ninguna muerte, siempre pasajera, capaz de
recrearla infinitamente como hermanada cómplice de su palpitante
realidad. Porque a lo mejor la verdad sea,
que todo es una vibrante
existencia en la que no hay vida sin muerte ni muerte sin resurrección.
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