LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

domingo, 28 de julio de 2019

El peor enemigo del pueblo




El peor enemigo del pueblo es la necedad de ese pueblo, vasto e inculto, fácilmente 
manejable y adiestrado en animalidad, para que se comporte como jauría de perros que se pelean entre ellos, aunque siempre son sumisos a sus venerados amos.
Animales humanos que se distraen felices con cualquier pelotita, y atienden obedientes ante el ondeo de un predeterminado señuelo.
Un pueblo sabiamente amaestrado a través de una manipulada información que desde la infancia, ya comienza a deformar una posible capacidad de tener conciencia propia. Ya que antes y ahora, en las escuelas, nunca ha habido posibilidad de obtener, libre enseñanza, sino confusos conocimientos siempre controlados por destacados poderes, únicamente interesados en la obtención de adoctrinados trabajadores; y que al margen del partido gobernante, desde siempre han intervenido para que el pueblo permanezca básicamente inculto.
Para ello en las escuelas, se bombardean las mentes infantiles y juveniles con una desordenada información contenida en un lote de muchos libros, fabricados básicamente para el negocio, y que para lo único que sirven es para llenar las cabezas de una absurda acumulación de datos, obligados a ser memorizados, cuya saturación mental, casi siempre provoca el complejo de no tener la suficiente capacidad intelectual para ser un buen estudiante.
De esta forma se convence a las clases, media y baja, a que opten por estudios de formación profesional, para que ocupen los puestos en los que verdaderamente se trabaja, los cuales son injustamente peor remunerados que los de dirección; preferentemente reservados para dignos zoquetes, herederos del poder.
Después, los supuestos adultos, siguen siendo estafados mentalmente a través de una inmensa panda de profesionales de la mentira, ocupadores de casi toda la seudo- realidad percibida, y que a continuación intento citar.
Medios de comunicación: audiovisuales, de prensa escrita, literarios, artísticos, y modernamente el gran Internet. A través de los cuales se manipula hábilmente a un pueblo, que no es capaz de cuestionar todos los malintencionados mensajes, habitualmente subliminales, que entre otras cuestiones, pretenden hacer creer que la "felicidad" reside: en consumir obsesivamente productos, aunque estos sean innecesarios; en triunfar, sobretodo en fama, aunque ésta sea conseguida, a través de exhibicionismos de mediática mediocridad; o en poseer bienes de lujosa apariencia, con el único motivo de provocar envidias a pobres mentes que crean, que más allá de unas sofisticadas muecas de altiva postura, se encuentra la falsamente aparentada felicidad de la que presumen.
También se manipula a través de éstos medios, a la clase trabajadora con el sensacionalismo de sus noticias, tan intencionadamente elegidas, desviando su atención hacia males que no provengan del poder que los explota y engaña.
Igualmente emiten todo tipo de competiciones, concursos y reality shows, capaces de interferir en las mentes populares para que estas crean que la fama, la imagen o el lujo, es lo más importante, además de que los problemas son siempre ajenos y no propios, aunque se viva bajo el yugo de la explotación capitalista.
Además de estos poderes manipuladores, hay otros seguramente de peor calaña, como los de la política, y los ejercidos por las dogmáticas instituciones controladoras del espíritu.
Siendo la política, un apropiado instrumento para engañar al pueblo, con falsas promesas, falsas acciones, y sobretodo, con falsas intenciones. Ya que posiblemente la verdad sea, que todos ellos sean, contratados actores, pertenecientes a la misma banda, cuya cabeza no visible, seguramente es, ese poder que todo lo domina, siempre empeñado en que el pueblo sea dócil aceptador de sus abusivos intereses.
De la misma estirpe, las religiones, con sus inventados credos, prometedores de lejanas glorias y amenazantes castigos, consiguen que un aborregado pueblo se comporte sumisamente conducido.
De estas y otras muchas formas, es manipulado este pueblo, falto de juicio propio, para que siempre ande perdido en saber cuál es su peor enemigo. Que no solo es, ese poder dominador que todo lo maneja, sino también, y principalmente; la necedad que tiene y arrastra, ese mismo pueblo, siempre enfrentado y dividido; como lo quieren sus astutos amos. Un pueblo que desde los primeros tiempos, condenó a sus mansos libertadores para salvar a los violentos corruptos. Y que siempre estuvo dispuesto a luchar para conseguirle posesiones a sus venerados reyes o dictadores. Un pueblo en fin, tonto y miserable, que a cambio de cualquier raquítica prebenda, es capaz de vender, no solo la dignidad ajena, sino imbécilmente, también la propia.





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viernes, 19 de julio de 2019

Desde mi balcón




Desde mi balcón, puedo ver como asoman los primeros rayos de sol. La calle está casi desierta y una cálida brisa veraniega me hace pensar que es la hora propicia para escribir.
Preparo mi aposento y mi móvil, contador de silabas, dispuestos para crear una poesía de exacta métrica.
-¿Sobre qué tema escribo?- Me pregunto. Y oigo en mi silencio una silenciosa respuesta.
Me propongo algunas opciones: amor, alegría, belleza, melancolía, soledad, tristeza,,,
Aunque al final solo se me queda, el silencio.
Distraídamente levanto la mirada y miro el paisaje.
Arriba la montaña, casi sobrenatural, cuya cúspide entre brumas, parece que quisiera besar el cielo. “Quien pudiera volar, para en un momento poder llegar a su altura”. La siento tan lejos y tan cerca, que parece que pudiera tocarla, con mi obsesivo deseo de identificarme con ella.
Al bajar la vista, los montes bajos repletos de vegetación me hacen pensar en su frondosa vida interior. En ella adivino el diverso sonido de los pájaros, mezclado con la bulliciosa andadura, propia de la pequeña fauna, que seguramente a estas horas tiene su vigoroso despertar. “Casi puedo sentirlos, entre la frescura del aire con olor a pino”.
Aunque a poco, mi mirada va cayendo más abajo; sobre las lejanas casitas, pequeñitas y amontonadas; y todas las miles de viviendas que pueblan el atiborrado panal de la ciudad. Y adivino que en cada una hay una particular historia: de alegría o de dolor, de amor, de maltrato, o de soledad. Pegadas unas a otras, aunque aisladas y cerradas, sin nada que compartir. Cada vivienda, una prisión incomunicada, un mundo cerrado, que imagino que podría estar más abierto y compartido, en el que las alegrías se expandieran, y las penas en común se consolaran, en una convivencia llena de confianza y amable sinceridad.
Más un poco desencantado, mis ojos se bajan ahora a la calle. A las gentes que deambulan por la acera; que se cruzan sin saludarse, casi todos mirando sus móviles, atendiendo a no sé qué maraña de mensajes personales, que solo esperan simples emoticonos de correspondido compromiso que les produzcan sonrisas de satisfacción, por estar adiestrados a su ridículas recompensas; las  que les hacen pensar que no están solos, con sus programados ruidos comerciales, ocupadores de sus robóticas mentes, que no quieren quedarse a solas con sus aterrados pensamientos, enfermos de desamor. Aunque yo, al verlos, a veces me gustaría ofrecerles mi confianza para que liberaran sus estancados pensamientos, a lo que seguramente se negarían, aludiendo que ellos son felices como son, y que soy yo, el raro, el infeliz que paso mi vida haciéndome tontas preguntas. Aunque sé que todos tienen una verdad interior, a pesar de que algunos no lo sepan; una verdad que seguro aflorará si encuentran a alguien que verdaderamente los escuche con amoroso silencio.
Así que un poco rendido me vuelvo a mí, otra vez, fracasado de no poder escribir mi medida poesía, por encontrar en mi interior, una infantil rebeldía, libre y siempre desobediente; desordenada, caprichosa e imprevisible, y que solo asoma a mí adulta pretensión, cuando mi ahuecada rigidez mental, se mantiene en ausente silencio.

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Un amanecer de dudas,  ha forzado hoy mi despertar a unas madrugadoras preguntas, que me han hecho cuestionarme a elegir entre lo verdadero y lo falso, de la “felicidad” y el “amor”. Principales temas sobre los que divago entre la negación y la afirmación, convenciéndome a mí mismo, primeramente, de que no son verdad, “porque los hemos inventado nosotros”, los humanos; aunque después se cambia mi postura de ver, asegurándome, que tanto la “felicidad” como el “amor”, son verdad, “porque los hemos inventado nosotros”. Avanzando mi certeza en la capacidad humana de construir. Pues seguramente que la felicidad y el amor, son inventos que se pueden construir, aumentando sus realidades en grados de verdad; elaborada y perfeccionada. Ya que la felicidad, principalmente depende del bienestar individual y social, que se puede conseguir: cubriendo necesidades, curando dolores y remediando injusticias de convivencia, a través de la solidaridad, la educación y la cultura. Aunque sobretodo la felicidad se puede construir a través del amor, que también se construye en nuestras conciencias, fabricándonos interiores habitáculos, siempre abiertos, tan diversos que sirvan para albergar, comprensiones adaptables a todas las diferentes formas de pensar y de ser; haciéndonos cada vez más tolerantes y aceptadores, pacientes y esperanzados, y sobretodo creyentes en tantas hermosas existencias, exteriores e interiores de nuestra vida, de forma que la felicidad y el amor,  vayan siendo en nosotros y en el mundo, cada vez más verdaderos.

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Conozco yo un superhéroe
con poderes especiales
que puede estar a la vez
en muchísimos lugares.
Usa cuerpos diferentes
aunque su fondo es el mismo
el que ayuda a mucha gente
con heroico altruismo.
Este héroe aunque no vuela,
en todos lados está,
luchando contra injusticias
que sufre la humanidad.
No es conocido ni líder
pues voluntario es su puesto
dispuesto para acudir
donde haya un salvamento.
Este héroe sin leyenda
que nunca usa disfraz
aunque pase inadvertido
es para mí el más real.

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