LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

sábado, 15 de febrero de 2020

Los inviernos de Amanda



                            LOS INVIERNOS DE AMANDA

--“Parece que va a llover, y yo aquí esperando que venga, con sus flores y sus alas, con su verde esperanza; la primavera pérdida de mi vida; la alegría que no asoma a esta negra tristeza que no me escampa”--.

Así pensaba la desencantada y soñadora, Amanda, mientras le daba vueltas a su desafortunada suerte con los hombres. Pues después de haber sufrido en su juventud un doloroso fracaso amoroso, fue a caer nuevamente en el error del que sospechaba que era de la misma canalla calaña. Ya que últimamente se sentía totalmente despreciada por él.

Por eso pasaba su solitario tiempo conversando en silencio con la escondida habitante de su desdoblada mente, intentando encontrar una salida a su desapacible vida.
De esa manera se debatían los convulsos pensamientos de Amanda, cuando mirando al suelo, "se preguntó: --¿qué hacía aquella llave debajo de la mesa?
A lo mejor--, se dijo: --que era la llave de la empresa donde trabaja su marido Alfonso, porque descuidadamente se la trajera y sin darse cuenta se le había caído. Aunque también podría ser la llave del apartamento de la playa, donde mañana sábado querría que pasáramos el fin de semana.
Aunque con toda seguridad vio que era la llave de una habitación de Hotel, por lo que no dudó que tenía una querida, ya ves, a sus sesenta años."

--No sé qué le pasa a los hombres que parecen todos iguales en las relaciones amorosas. Ya que siempre que empiezan, se muestran entusiasmados y dedicados a revestirse de una atractiva apariencia, con la que poder conquistar la atención de una nueva y valiosa presa de machista colección, donde es exhibida y absorbida por su egoísta aguijón, hasta que su usado trofeo es despreciando como una desechada pesca con muerte--.

Amanda no estaba dormida porque no podía conciliar el sueño, cuando "el teléfono sonó a las tres de la mañana, más después de un largo rato sonando, a ella no le quedó más remedio que cogerlo, pasando después a una angustiosa comunicación con su marido, el cual solicitaba su ayuda por estar detenido en una comisaría, acusado de malos tratos a una mujer a la que no había pagado por sus servicios. --Ya ves que tontería-- dijo él."

Aquello colmó su casi desbordada decisión que poco después puso en marcha, eligiendo una nueva forma de vida, liberada de toda atadura sentimental. Para eso se puso decididamente a hacer una revuelta maleta con las despreciables prendas de su odioso, hasta ahora compañero; que sería despedido lo más lejos posible de su deseada independencia vital.

Poco tiempo después, la evolucionada Amanda había desarrollado una hermosa autoestima, capaz de cambiarle sus antiguas negras visiones por iluminadas formas de sentirse orgullosa de sí misma. Creciendo en ella una nueva conciencia capaz de negarse, con rotundidad, a que cualquier machista invierno, tuviera la pretensión de aprovecharse de sus primaverales flores.

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FÁBULA
EL GALLO Y EL CERDO

Bebiendo en abrevadero
un gallo y un cerdo estaban,
más el cerdo, entre gruñendo,
al gallo le preguntaba:
¿por qué cada vez que bebes,
levantas tú la mirada?
A lo que el gallo, muy presto,
al cerdo le contestaba.
Yo siempre que miro al cielo,
le agradezco el sol y el agua;
esos tesoros de vida
que las alturas regalan;
por eso siempre contento
yo le canto a la mañana.
Qué tontería, dijo el cerdo,
con su cervical soldada.
Yo solo quiero mi pienso:
maíz, bellotas, cebada,
y revolcarme en el cieno,
todo lo demás es nada,
pues solo creo en lo que tengo
a la altura de mi cara.


Moralejas:

No pretendas que los cerdos
tengan un alto mirar,
porque solo tienen ojos
para comer y engordar.

Hay cerdos consumidores,
exploradores de vida,
que nada ven por encima
de su egoísta barriga.

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 PLAGAS


Anoche, despierto, tuve pesadillas, en las que yo vi,
monstruosas maldades, mucho más reales que la realidad.
Sentí que este mundo, estaba invadido por múltiples plagas de seres inmundos,
que irían destruyendo con feroz violencia, a toda existencia de vital esencia,
siempre conectada con la humanidad.
Había una hormiga de gran dimensión, muy rara en sus formas, le llamé "hormigón".
Un monstruo dentado, como excavadora que tenía por culo, una hormigonera.
Un ser de metal que se alimentaba con gula infernal, de toda belleza de lo natural;
y que en su lugar iba defecando, con su hormigonera, edificios altos.
También vi a otros seres, pequeños y grasos, que yo les llamé por sus redondeces, "los oleonocacos";
todos habitantes de un líquido oscuro con olor a asfalto, en el que nadaban,
rabiosos y rancios.
Menudas bombitas con bocas abiertas que buscaban aíre para reventar,
pues solo explotando, liberaban fuerzas para despegar de la podredumbre
de su estanqueidad.
Después éstos seres, cambiaban a alados, consumiendo oxigeno por diversos lados, con sus excrementos, creando aires rancios.
Por último vi, una enredadera que le llamé “Redi”. Una gigantesca planta artificial, que iba extendiendo su zarpa mortal, con secretas armas de vil seductora. Y que sin demora, engullía las almas de un pueblo ignorante, dejando a su paso un mundo de necios; sonrientes zombis vacíos de sueños.
Todas estas plagas, anoche, despierto, yo las pude ver.
En mi pesadilla de ojos abiertos vi un mundo infestado de monstruos malvados, creados por hombres; en la que sentí en mi real ficción,
que serían culpables de una muy segura, autodestrucción.

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SINESTESIAS


Al son de caricias
me voy despertando,
esperando flores
en días nublados.
 

Yo enciendo llamitas
que me duran besos
para ver azules
entre grises viejos.
 

Más cuando yo salgo
al duro exterior
percibo sabores
de tétrico olor.
 

Por eso me alejo
hacia la montaña,
donde siento olores
de mi tierna infancia.
 

Pues los verdes aires
traen a mi memoria
sabrosos recuerdos
que saben a gloria.
 

Aunque cuando bajo
a la fría urbe
respiro una rabia
que me duele y hunde.
 

Menos mal que tengo
una curandera
que al son de sus besos
se endulzan mis penas.

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Cuidado con odiarte
raíces de nacimiento,
que acabarás odiándote
todo tu crecimiento.

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