LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

viernes, 19 de abril de 2019

He soñado hoy por última vez



He soñado hoy por última vez
que un vuelo de pájaros, de mí se alejaba,
sus cantos de huida que lejos se oían
eran despedidas que tristes sonaban.
Dejaban un campo reseco y baldío
que a solas quedaba apenas sin vida;
mendigando aplausos que lo valorarán,
errando en pasados que lo florecían.
Nostalgias cansadas de rancia memoria
edad envenenada que en nadie confía.
Miré desolado mi pecho desierto
y al ver en silencio mi alma vacía
sentí yo que algo emigraba de mí,
“era la poesía”.


------------------------------------------------------------------------------

Que nunca a nadie le engañe
ese amor interesado
que condiciona sus actos
a ganancias de  mercado,
esperando recibir
su esfuerzo multiplicado;
además de gloria eterna,
alabanza o triunfalismo,
santidades meapilas
que solo son egoísmos.
Porque el amor verdadero
es un ágape altruista
que se ofrece gratuito,
más propio del no creyente
que cuando ofrece su amor,
lo dona sinceramente.

---------------------------------------------------------------------


Anoche, entre sueños de dormivela, me pareció ver, que todo era como un baile Sufí, de Derviches que giraban sobre sí mismos, en su místico baile en el que se buscaban puertas de unión con su Dios. Bailarines aparentemente egocéntricos que giraban y giraban, individualmente, perdiendo seguramente la visión que les rodeaba; aunque permanecían unidos en su sagrado rito, el cual los cohesionaba en su aunada fuerza espiritual.
Esta visión, fue cambiando de forma, para después hacerla semejante al parecido baile de los astros, en el que todos giraban sobre si mismos a la vez que enlazaban sus individualismos con una ordenada y compacta unidad universal.
De la misma forma veía que los átomos, igualmente giraban sobre si mismos para crear en conjunto, estructuras duramente cohesionadas.
Así, al final, mi insomne  somnolencia pudo sumar a todas estas visiones, “la del baile de los seres humanos”, en el que todos giramos igualmente sobre nosotros mismos; egocéntricos y centrados en nuestros particulares yoes, sobre los cuales, casi todos, pretendemos vanidosamente, que todo gire a nuestro alrededor. De esta forma percibimos el exterior como un menospreciado decorado, que apenas existe, condicionado a la soberbia visión de nuestra despectiva crítica.
En este baile, también pude ver, que en un principio, nuestra desconectada existencia no compartía: ni el dolor ni el gozo ni el cansancio ni el hambre ni el miedo; todos ellos nunca sentidos por seres ajenos al ser que los goza o los padece. A lo más, nuestras neuronas espejo nos podían trasmitir una leve empatía de las experiencias ajenas.
De esta forma vivimos, egoístamente centrados en nuestra particular supervivencia, en nuestro desesperante deseo de triunfo, y sobre todo, en nuestra penosa presunción de tener, trascendencia y salvación.
Aunque después, también pude ver, que al igual que los átomos y los astros; los seres humanos necesitamos sentirnos en comunidad, para que nuestra realidad sea verdadera. Una realidad de compacta humanidad que nos haga sentirnos dependientes de una  indispensable unidad de auténtica existencia, la cual, nunca sería posible sentirla en absoluta soledad. Porque existencialmente somos partes de ese todo al que  pertenecemos. El que nos da identidad, porque al igual que los astros y los átomos, somos entidades que giramos sobre nosotros mismos, a la vez que necesitamos sentirnos unidos, salvando nuestras personales distancias, para formar la plural unidad, de la que somos y nos contiene.