Hoy nos he visto.
Íbamos de fiesta.
Sí, a ti y a mí,
cogidos de la mano.
Tú: hermosa y
esbelta, con la belleza que te veo
en mis horas más
enamoradas .
Tan callada,
hablándome, de tu felicidad, con la mirada.
Y yo: elegante y
sonriente, con mi cuerpo, el legítimo,
y no este que
encontré a la entrada de la vida,
y que tuve que
calzarme por las prisas al nacer.
Tú y yo, unidos,
llenándolo casi todo,
conteniendo toda la
diversidad, aunada en nuestro amor.
Pareja enamorada,
que como célula esencial de vida,
la entreteje, y
toda es.
Los dos íbamos
juntos, como siempre y para siempre.
Tú, contenta y
decidida, afectuosa con todo, y conmigo,
por estar a tu
lado, aunque no por ser,
ese que yo quisiera, y que te mereces,
como el que he visto
de tu mano, tan perfecto y feliz.
Parece que el
tiempo no existiera, a tu lado,
aunque sí los días
y las horas y los besos,
que contigo vivo.
Cuarenta y dos
años, no son nada,
ante la eternidad
que me deseo junto a ti,
aunque sí me valen,
para valorarte,
tan madura y
comprensiva con todos,
capaz de
sacrificarte hasta el agotamiento, por amor,
amistosa y
simpática, siempre sonriente,
por encima de
cualquier dolor.
Y me vale, para
valorar,
la suerte que tuve
al conocerte
y que aceptaras mi
pobre compañía.
Espero con el
tiempo merecerte, y si no,
ya sabes que
estaré, si quieres,
eternamente
esforzándome,
para que veas en nosotros,
esa pareja feliz y
enamorada
que yo he visto
hoy,
tan real, que no
puede ser un sueño.
Íbamos andando,
hacia el infinito,
eternamente
jóvenes,
todo estaba lleno
de luz y color,
el mundo era
nuestro,
agarrados de la
mano, juntos para todo.
Porque somos uno,
aunque seamos dos
en esa dimensión
que se llama “AMOR”
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