LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

sábado, 23 de octubre de 2021

"Ya no están

 

 “YA NO ESTÂN”

 

"Ya no están".
Los pasos de mi pasado se están borrando.
Ya no están aquellos con los que ande’ y hablé.
Apenas quedan algunos que ya no son lo que fueron; difuminados, casi borrados, enfermos de olvidos y de orientación.
A veces, mis frustradas preguntas, buscan sus respuestas, ausentes que ya nunca más tendré.
Más si pongo atención a mi interior, quizás impregnado de pasado, pueda sentir que aquellos con los que ande y hablé, un poco se vinieron conmigo.
Porque a veces, cuando mis insistentes preguntas ahondan en mis adentros, recibo respuestas desde cercanas lejanías.

 

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Lo importante no es creer en algo, sino creer en todo.

 

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Si todo el bien que haces, tan solo es inversión que espera recompensa,

Mejor no hagas nada, porque tu buen hacer tan solo es fachada.

 

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Los sueños son pensamientos que se escapan del redil de nuestra razón.

 

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Está claro que el amor, se hace, se trabaja, con ganas y sin quejas,

porque amar la vida sobretodo está en poner nuestros actos a su favor.

 

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Buscando verdades me adentré en el bosque de la vida,

y encontré que había tantas y variadas,

que solamente podían ser reconocidas,

si bien se mira detrás de cualquier maleza.

 

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MANICOMIO

 

Manías, psicopatías, depresiones, complejos, paranoias, locuras de amor y desamor.
El mundo es un manicomio en el que todos tenemos alguna tara mental. Alguna reacción a tantas acciones traumáticas, experimentadas o heredadas, de sufridas epigenéticas que seguramente tan solo las curará el tiempo y el conocimiento de que la verdadera cordura estará exenta de odios y de miedos a un "mal", tan solo habitante de la mala visión del ser humano, cuya ceguera posiblemente algún día se clarifique.
Mientras que hoy yo, como el que más, con mi locura de querer descubrir imposibles, quiero creer que la incordura de este mundo, a fuerza de evolucionar en comprensión y aceptación, se curará.

 

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LA BÚSQUEDA

 

Sí, era un niño raro.
En sus inocentes y solitarias correrías, su entusiasmada observación siempre se quedaba prendida de los colores y el movimiento de todas las vivas existencias que encontraba a su paso. Sobre todo le gustaba ascender, subir a lo más alto, para desde arriba poder ver el ancho paisaje que sus pequeños ojos podían admirar.
Era tanta la emoción que sentía desde su elevada observación, que sentado sobre la desvencijada rama de una vieja encina, sin darse cuenta fue cayendo en un placentero estupor desde el que pudo ver un nuevo paisaje que poco a poco fue reconociendo que era creado por él.
Así se fue acostumbrado a repetir aquella novedosa experiencia que le hizo crecer en capacidad para engrandecer todo lo que a primera vista parecía pequeño.
Tan feliz se sentía en aquel alto mirar que siempre se negaba a descender de su feliz transfiguración, hasta que las obligaciones y necesidades de su material naturaleza le obligaban a tener que bajar a los contradictorios bajos de la vida, en los que sufría tristes experiencias de las que a su pesar también iba aprendiendo.
Aquel curioso niño, que tanto gozaba con sus sueños y padecía con sus cotidianas realidades, se empeñó en descubrir soluciones a sus dolorosos altibajos. Por lo que se dedicó a buscar en conocimientos científicos y experimentales de la existencia captada por los sentidos exteriores para luego poder rumearlos a través de visionados análisis de sus ojos interiores.
Así aquel niño al crecer, se fue dando cuenta de que los sueños sin conocimientos, daban lugar a un estado incompleto de existencia culpable de un primitivismo mental, cuya ignorancia podía ser fácilmente ocupada por fanáticas fantasías de incoherentes religiones o por patológicos individualismos incapaces de valorar los abrazos. Así como también fue descubriendo de que los conocimientos tan solo basados en la experiencia y la ciencia, sin el espíritu de los sueños, también daban lugar a una reducida existencia que solo percibe estructuras matemáticas vacías de alma y geométricas bellezas de ausente contenido, producto de una maquinal visión en la que se quiere formular hasta el amor.

Ya que el sueño y la materia, quizás sean como trenzados ramales de una misma cuerda, como pasos que caminan en la misma dirección.
Porque a lo mejor, seguramente todo sea de la misma esencia, creadora de una maravillosa pluralidad, tan difícil de reconocer por la escasa evolución de la visión de nuestras conciencias.

 

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