Si a un humano le quitamos:
-el adorno de su adquirida vestimenta,
-la compostura de su entrenado físico,
-la habilidad de su aprendido lenguaje,
-la credibilidad de su ensayado carácter,
-la disfrazada categoría adquirida a través de
uniformes, condecoraciones o títulos,
-o la ventajosa posición de un cargo concedido
arbitrariamente por un injusto poder dictatorial.
Tan solo le quedará lo esencial:
"Su capacidad para amar".
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"20 de Abril"
Una fecha señalada para mí,
por la suerte que tuve hace ya 49 años, de
encontrarme contigo en el camino de nuestras vidas, y desde entonces, ya ves,
no hemos dejado de compartir nuestras alegrías y nuestros problemas, aunque
siempre juntos, fuimos superando dificultades y sumando felicidades.
Como hoy que al verte junto a mí, me siento tan
feliz y agradecido por tu cariño, que aunque yo no lo merezca, ya sé que por tu
espléndida generosidad para darte y amar sin condiciones, siempre me lo has
regalado.
Yo no sé qué bendición de nacimiento, hizo
premiarme con tu divina compañía, o quizás fuera que a mi pobre persona le
hiciera falta un gran ángel de la guarda. De cualquier forma, tú siempre has
sido un hermoso e indispensable regalo para mí.
Por eso, espero que en el atardecer de nuestras
vidas siempre haya dorados amaneceres de amor, amistad y compañía, siempre
crecientes. Porque cada día que pasa, más nos necesitamos, sobretodo yo, que
sin ti no tendría corazón para vivir, ya que te lo entregué por entero, aquel
20 de Abril de hace 49 años, y que hoy quiero que sigas haciéndomelo palpitar,
porque mi vida es enteramente tuya.
“FELICIDADES AMOR”
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TAN SOLO LA POESÍA
A veces, a través de un
letargo de ondas, silenciosas o musicales, se pueden traspasar los límites
gravitatorios del mundaniverso, para salir a otro, libre y diferente, en el que
la serena armonía de su existencia, nos transporta a sentir una dulce dimensión
en la que todo cambia a una poética frecuencia.
Maravilloso trance en el que hojas y alas,
bailan al son de las suaves melodías del viento, del agua y de la diversa
música de una mágica vida que más allá de cualquier materialidad, puede ser
sentida.
Divina entidad, divinamente sentida que puede
elevar nuestra esencia hacia una sublime libertad en la que todo está
amorosamente conectado. Existencia posiblemente sentida a través de sintonizar
con una dimensión no muy alejada de las copas de los árboles, donde felices
cantan los pájaros, y las miradas, siempre se tornan en poéticas, porque
seguramente tan solo en la poesía exista esa maravillosa visión desde la que
toda la existencia, es sentida con maravillosa plenitud.
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VIDA
Turbulento paisaje de
obligada andadura que nos llevas por caminos
trazados por nuestras cegueras.
¿Por qué hay tantos accidentes en su áspera
aventura?
¿Quién tiene la culpa de que su acosador
desasosiego que no nos deje paz ni para dormir?
¿Quién es y por qué no descansan sus constantes
problemas?
Posiblemente la mayor culpa esté en nacer a su
peligrosa existencia. Porque en el no nacer, no hay problemas ni enfermedades
ni tampoco muerte. En cambio el nacer, nos expone al penoso trance de vivir, como
la expuesta flor al polvo de la orilla del camino. Porque el nacer es un pecado
que nos condena a sufrir la intemperie de cualquier imprevisto lugar, en el que
se nace.
Como una tómbola maldita, parece que la vida nos
elige, origen y camino, difíciles de alterar.
Aunque a lo mejor, si se llegara a conseguir un
mundo más justo e igualitario, no habría tanto peligro en nacer en un
desventajoso lugar.
Por lo que es posible que
el ser humano en conjunto, sea el culpable de su propia desventura.
Siendo difícil entender, porqué somos tan lentos
en evolucionar sobre estos absurdos egoísmos, aparentemente naturales, que nos
mantienen, individualizados y separados, creyentes en una errónea felicidad,
basada en el poder sobre los demás y en el espejismo de un triunfo que se
desmorona como nuestros mortales cuerpos.
Culpables ignorancias de nuestros pobres
razonamientos, desviados hacia calculadoras estrategias de bajas competiciones,
que cegaron visiones de que todos somos partes obligadas, por verdadera
naturaleza, a formar una inseparable unidad, sentida y vivida, a partir de la
cual, seguramente encontraríamos, el único triunfo que nos llevaría a un mundo
en el que cualquier nacimiento sería felizmente elegido.
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