LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

sábado, 9 de febrero de 2019

Arcángeles en los ojos



Arcángeles en los ojos,
Querubines en la sonrisa.
“Creo que estáis ahí", casi escondidos,
detrás de esas pieles curtidas por el desencanto.
Espíritus multidimensionales que ocupáis toda naturaleza.
Celestiales Elohim que habitáis en los fondos de todas las entidades;
haced que con mis pobres pupilas pueda veros,
no solo en los ojos transparentes de los niños, sino además;
que pueda adivinaros con mi fe;
en las profundas desolaciones del odio,
que pueda sentiros bajo el distorsionante miedo,
o tras la opaca desconfianza.
Más adivino que lo sé, que estáis ahí,
en todos los seres humanos y contenedores de vida,
y que seguro sois, divinidades difíciles de ver,
desde nuestros cortos alcances de vista, que solo llegan a captar:
pieles herméticas y facciones siempre acostumbradas a ser teatrales.
Porque a veces, me parece sentir que todo es mucho más de lo que parece,
infinitamente más grande de lo que nuestras turbias pupilas puedan ver.
Ya que el cielo, posiblemente esté aquí, en este vibrante abajo,
y vosotros, seres humanos, tan humildes y acomplejados de no ser apenas nadie;
seáis realmente, esos divinos espíritus: ángeles, arcángeles o querubines;
grandiosos, avatares, dignos de admiración.
Porque mucho más allá de la angosta observación humana,
seguramente se pueda ver, en todo ser,
la sublime presencia de alguno de esos espíritus, sobrenaturales y celestes.
Pues yo, ya estoy empezando a ver en las mujeres,
bellos seres "extra-terrestres"

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En los pequeños detalles,
están las grandes diferencias.

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Es tanto lo que te quiero
que he perdido hasta el sentido.
Porque eres el oxígeno
con el que vivo y respiro;
eres mi hogar y mi casa
donde siempre me cobijo;
eres el sol de mis días,
cuando amanezco contigo.
Eres para mí, mi vida,
un vergel hermoso y vivo,
porque en tus ojos veo flores
que se abren si las miro;
tus sonrisas son cascadas
de tu alegre y limpio rio;
tienes montañas y valles
abiertos a mi camino,
pues sin brújula te exploro,
te descubro y te acaricio.
Fecunda naturaleza,
regalo de lo divino,
tienes fuentes manadoras
de bondadoso servicio
que consuelan desconsuelos
y animan lo desvalido.
Eres un campo de amor
donde sembrado yo vivo,
eres mi tierra y mi luz,
y a Dios, en ti lo percibo.

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