LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

lunes, 13 de mayo de 2019

El espantapájaros



            



   EL ESPANTAPÁJAROS   (Micro relato)

De toda la vida, la primavera ha sido una estación de productivo color.
Como recuerdo, aquellas primaveras en las que este huerto, repleto de vida, lucía sus flores y sus frutos; mientras que yo, vestía mis holgadas prendas, recién estrenadas por mí. Estaban un poco usadas, pero sus vivos colores podían ser vistos desde lejos. En cambio ahora, a este abandonado solar, solo le nacen estériles hierbajos, que no atraen a ningún pájaro. Aunque yo, tan desgastado y descolorido; olvidado en esta desértica soledad; seguramente he quedado, lamentablemente en ser, un tétrico "espanta-primaveras".
-------------------------------------------------------------------------------


Últimamente, cuando camino por mi vida en horas de escasa imaginación, repetidamente se me aparece el anuncio de un desvío lateral hacia un nuevo camino, ajeno a mi incuestionada ruta habitual. En su panel informativo, figura una lista de conectadas creencias de dudoso atractivo, que no sé el porqué de sus insistentes ofrecimientos a ser valoradas y elegidas, si sus desencantadas verdades son tan contrarias a las habituales ilusiones de mi individualismo.
Una nueva opción de camino, para mí, por estar despojado de mis utópicas fantasías; aunque mi enviciada búsqueda de la verdad, me obliga a parar mi atención sobre la reseñada lita informativa, de una diferente forma de mirar la vida.
En la referida lista, sobre todo destaca: la sana y natural aceptación de la muerte”. Visión normalmente contraria a la que prevalece en casi todos los seres humanos, que  de alguna forma siempre queremos trascender a nuestra natural limitación existencial, ya sea a través de las religiones, de la reencarnación, de los extraterrestres o de la indestructible energía; así como creyendo que: la obra, la fama o la grandeza personal, tienen poder para dar eternidad. Pretensión desesperante y posiblemente falsa, que se ha hecho patológica en los humanos. Pues si observamos a los animales y las plantas; ellos, no parecen aferrarse a sus aisladas existencias, sino que mueren a sí mismos en favor de ser semillas o alimentos de una armonizada naturaleza, en la que lo importante es la vida que en ella se manifiesta.
Por eso, esta nueva forma de mirar, me dice que la muerte, debe de ser aceptada sin trascendencias personales, en favor de una vida que constantemente brota de sí misma. A sabiendas de que “todo lo que tenemos y somos, son valores prestados” que debemos devolver, íntegramente, cuando morimos, sin que nada pueda salir de esta creciente existencia que usa nuestras pequeñas vidas como milimétricos pasos de su constante engrandecimiento.
Otra reseñada verdad de este nuevo camino, es que para andarlo hay que despojarse del “yo”. De ese “yo”, de nuestra existencia temporal que esencialmente sirve para que, sacrificándolo, liberemos un amor que sobrepase el dolor y la soledad de nuestras pequeñas cavidades, casi estancas al sentimiento plural del “todo” que nos contiene, ya que ese “yo”, primitivo en nosotros, es incompatible con el amor. Porque mientras que digamos y pensemos que amamos en favor de nuestra salvación, de nuestro público reconocimiento o de nuestra individual autoestima; todas nuestras buenas obras no serán fruto del amor, sino del egoísmo.
Esta nueva forma de mirar, posiblemente sea la más difícil de mantener, ya que la natural  óptica de nuestro cuerpo, tiende como resorte a volver a su particular  visión. Siendo esta, seguramente, una herramienta usada por el “todo”, para verse a sí mismo desde infinitos puntos de vista.
No obstante, a través de una pequeña distorsión visual, conseguida por medio de una relajada ausencia de sí mismo, se puede, poco a poco, ir sintiendo que nuestra limitada identidad se va abriendo a sentirla en todo lo que amamos. Percibiendo con agrado que más que un “yo”, somos un “yos”, plural e íntimamente conectado, en el que nuestra pequeña individualidad, como gota de agua en el océano, podría sentirse más “todo” que parte.
Todas estas vinculadas ópticas que me impone este nuevo desvío, para andar por mi vida, tienen un denominador común, que es, el que me obliga a desnudarme de mí mismo, en favor de poder ver, valorar y amar, todo lo que soy más allá de mi limitado “yo”. Acto que creo que no me será difícil; ya que me siento bastante cansado de cargar con ese pesado “yo”, que desde mi infancia, llevo apegado a mí. Un “yo”, que siempre me obligó a disfrazarme, seguramente sin conseguirlo, de alguien que tuviera unos valores y una presencia, digna de la vanidad y el triunfalismo de ese individual y artificial, “yo”, que siempre se empeñó en tapar mi autentica naturaleza. La que aspira a liberarse de toda atadura de cuerpo y de alma, para poder ser, sencilla y universalmente, el que soy.

sábado, 4 de mayo de 2019

A nacer salen los niños



A nacer salen los niños, con su alegre algarabía;
ingenuos y felices corretean con sus anchas visiones repletas de colores,
por un nuevo paisaje que se ofrece a ser descubierto.
Por una nueva vida de creciente dimensión que se abre a sus recién estrenadas pupilas, cada vez más iluminadas y comprensivas; como semillas que evolucionaran con cada experiencia de cultivo.
En cada nacimiento, el humano se renueva a ver un nuevo mundo, esperanzado a ser valorado nuevamente.
Aunque después, con el tiempo, se cansen los ojos y los cuerpos de buscar más allá de sus limitaciones
Así la vida; paso a paso, vida a vida, se va renovando en cada nacimiento, hasta que pudiera ser que al fin, después de una postrera muerte, a toda la humanidad le llegue un nacer de niños, que felices y libres correteen eternamente por un celestial mundo, hecho a la imagen de sus angelicales pupilas.


-----------------------------------------------------------------------------------------

Casi siempre la amistad, es como un juego de barquitos, en el que las mutuas admiraciones, con el tiempo, van siendo tocadas y hundidas. A no ser que la base de una verdadera amistad sea la de compartir los valores que humildemente se tengan.

-----------------------------------------------------------------------------------

En la humanidad hay dos formas de mirar;
la que alaba ensalzadas alturas de grandeza,
o la que ama humildes posiciones
que  desde abajo, siempre construyen.
----------------------------------------------------------------------------

Por culpa de una incompleta certeza de mi inacabada percepción, he creído sentir que pudiera ser, que todo y todos los seres humanos fuéramos como valiosos ensayos de experiencia y evolución, de una existencia universal que aprende en cada paso de vida; en cada ser, a partir del cual; corrigiendo errores y salvando aciertos, va avanzando progresivamente hacia una perfección, hacia una plenitud cada vez más cercana y feliz.
Como el arquero que a fuerza de practicar, va consiguiendo mejores dianas; como la evolución de las especies que con sus lentas transformaciones, van consiguiendo adaptarse mejor a sus medios; como toda la naturaleza fue consiguiendo, a fuerza de fallos y aciertos, una hermosa vida natural repleta de belleza y de color.
Así la humanidad, algún día, posiblemente alcanzará una plenitud de bondad y justicia, construida a base de todas las experiencias, gozadas y sufridas, que a lo largo del tiempo van siendo, poco a poco, perfeccionadas y aunadas a una colectiva conciencia en la que todos somos, indispensables existencias de prueba.
-----------------------------------------------------------------------------------          
  Hay un bordado de valores humanos, en el que solo se aprecian lo conseguido en destacados decorados visualizados hacia arriba; olvidando un bajo vacío de menospreciada apariencia, donde las imprescindibles puntadas para una pareja elaboración, casi siempre están en manos de los más humildes.                                                                                 
 --------------------------------------------------------------------------------------------