LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

jueves, 6 de diciembre de 2018

En este mundo egoísta y usurero




En este mundo egoísta y usurero
en el que abusa una injusta minoría
de una pobre y sumisa mayoría,
por creerse que el papel es lo primero.

Entre todas las cosas que yo quiero
tengo una de suprema jerarquía
y es que espero ilusionado que algún día
la persona sea más digna que el dinero.

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En este bajo mundo, tan tapiado,
que interpone sus fronteras al andar,
acotando hasta la forma de pensar,
yo me siento bastante limitado.

Porque todo en este mundo es controlado
por poderes que no pueden soportar
que en la vida haya un libre caminar
que no tenga que cumplir lo señalado.

Y es por este impedimento tan reglado
que yo nunca he podido traspasar,
por lo que siempre elegí, poder volar,
sobre este bajo mundo, parcelado.

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La primera verdad en cualquier institución,                                  
es semejante a un blanco manto de nieve que pronto se derrite,   

dejando al descubierto la baja condición de la naturaleza que la sostenía.

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Son; los valores, las gracias, las ilusiones, las virtudes, las verdades, las luces; las que se encarnan y reencarnan con mayor o menor proporción en cada persona. Como colores en un complejo mural se van plasmando como bordados, cada vez más perfectos, más elaborados y bellos.                                                                                                                                                          Todos esos energéticos pigmentos de alma universal, son los que prevalecen armoniosamente unidos, conformando una libre y abierta esencia que posiblemente nunca morirá.
Porque morirán los cuerpos y todas las formas aparentemente cerradas, e independientemente sentidas erróneamente aisladas. Por no saber que cualquier particular existencia está abiertamente condicionada a formar parte de un todo que se subdivide y se multiplica, prevaleciendo en él, ese bello bordado siempre creciente en colores, valores, ilusiones, verdades, luces; cosidos todos ellos con el divino hilo del amor. Y que cuya perenne existencia traspasará cualquier muerte o destrucción, formando parte de una existencial energía, habitadora de una dimensión incomprensible para la mortal mentalidad humana.