El mundo era feliz

El mundo era feliz, hasta que el hombre, llegó para preguntarse: ¿Qué era la felicidad?
Después, cuando desapareció; el mundo volvió a ser feliz.
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Muchas veces, a la recocida bondad, le hace falta,
un consciente temple de justicia.
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El fin del mundo llegará,
el fin de este mundo, para que amanezca
otro nuevo, más justo y feliz.
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Hay un condicionante absoluto de mi felicidad,
que no es posible si no es desde la paz.
Endeble trasparencia de mi enfangada fuente
que a la menor alteración, me deja invidente.
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La mujer, es la maliciosa culpable de que vivamos,
más acá del paraíso.
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No te metas en la vida,
vive como espectador,
no te creas las películas
ni emociones con novelas,
mantén fuera tu pasión,
no permitas que te duela
ni el fracaso ni el dolor.
Hazte inmune al sentimiento
que te dé preocupación.
Hazte el muerto a los problemas,
vuela sin tocar el suelo,
que no te roce la vida.
Hazte ausente, yo me digo,
sin conseguirme consuelo
porque me duele estar vivo.
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Toda era tiene su fin,
toda generación tiene su límite,
toda civilización se acaba,
y no habrá otra,
si no hay una coyuntural mutación.
Esperemos que esta humanidad
sepa cambiar, aunque le cueste la vida.
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De llevar a empujar
solo varia una ligera dosis
de presión.
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¿Será esta vida, un culebrón, con muchos problemas y apenas soluciones?
Una horrenda telenovela en la que los contados malos siempre vencen,
porque  esta vida no se pueda quedar sin los que protagonizan el mal.
Una absurda trama, estiradamente monótona, en la que las buenas nuevas,
siempre se esperan y desesperan, sin que lleguen a ser disfrutadas por ningún mortal.
Pues a nadie le está permitido poder ver la totalidad del desenlace,
en el que hay que tener mucha fe, para creer que algún día llegue a haber, un final feliz.
Aunque de seguro habrá, muchas generaciones y civilizaciones
que individualmente podrán decir:
“Yo, no lo veré”
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