Esto es un belén

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¡Esto es un belén¡
de reyes y pastores,
de niños que nacen
en míseros campamentos de refugiados,
de familias desahuciadas
que no tienen hogar,
con sus bueyes y sus mulas,
con sus perros y sus ovejas;
y sus misterios por descubrir.
Un belén, que espera,
que un salvador encuentre,
suficientes apoyos enamorados de la vida,
para salvarnos de malvados Herodes
que solo buscan, egoístas intereses,
y de Pilatos que se lavan las manos
ante tanta injusticia
que en conciencia podríamos cambiar.
Esto es un belén
de amor y desamor
en el que todo el año podemos crear
hogueras abiertas en todo lugar
para que caliente, el amor y la paz,
donde no haya niños ni pobres familias
que no tengan motivos
para festejar.
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¡Qué fatalidad!
Que a lo que yo veo
le encuentre algún mal,
y que a lo que oigo
me sienta forzado
siempre a censurar.
¡Qué fatalidad!
Que yo no me vea
errando constante
en mi malestar,
y dando discurso
sin saber hablar.
¡Qué fatalidad!
Si tuviera espejos,
sentiría vergüenza
de hasta respirar.
Aunque sí los tengo,
¡Qué fatalidad!
En todos los ojos,
en todas las caras
que frente a mí tengo,
puedo ver la imagen
clara y reflejada
de mi realidad.
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Los humanos somos como escaparates,
para mirarnos en ellos,
o para mirar dentro de ellos
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 Vamos a contar mentiras, tralará,
se dicen los mentirosos
que no quieren la verdad,
prefieren jugar sus farsas,
adulaciones fingidas,
teatrales apariencias
que comparten necedad;
porque se quedan desnudos
si enseñan su intimidad.
Pudor sienten sus vergüenzas
por no saber valorar
los valores verdaderos
que toda persona tiene
si se siente de verdad.
Por eso los mentirosos
prefieren disimular
y no decir lo que sienten.
Se relacionan teatrales
con efusiva amistad
y parabienes manidos,
con sabida falsedad,
pues prefieren los cumplidos
a la sincera verdad.
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Tengo un coloquio en mi interior
que no para de discutir.
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Que restriegue me dice mi mujer
cuando yo, no soy capaz de agredirle
ni a un plato.
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Yo antes, por desear, esperaba y creía en un más allá dulce y feliz,
aunque ahora, cansado de desencantos de nunca llegar,
ya no quiero ni gloria.
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