LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

miércoles, 6 de febrero de 2013

A pelear, a pelear




A pelear, a pelear,
que la vida no nos pueda.

Cada uno en su frente,
levantados en almas
contra toda rendición.

Luchemos contra los problemas
que no paran de retarnos,
para que al final,
“la muerte nos coja en batalla”.

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El sentimiento no tiene letras,
no tiene rimas ni entonaciones;
tiene colores, tiene sabores de corazones.

El sentimiento no es de palabras
ni de enredadas elocuciones;
es de alegrías, es de dolores y de emociones.

Pues la escritura de la poesía que yo pretendo
solo la digo en pocas palabras;
las que me salen sin mucho invento.

Porque la buena,
la que admirando toda belleza
yo voy viviendo,
ensimismado en degustarla,
con  gran silencio, solo la siento.

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La verdadera Iglesia de Dios,
la de los hombres divinos,
la de los hombres buenos,
no tiene institución ni religión,
porque en cualquier lugar y dedicación
se pueden encontrar sus seguidores;
los que amando y luchando, creen,
que un mundo mejor es posible.

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No quiero mareas de fondos
ni excitantes compulsivos
que me remuevan los hondos
lodazales asentados
de mis recuerdos sufridos.

Pues quiero serenidades
silenciosas y pacientes
que interiores confundidos
me los tornen trasparentes.

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Me quieres, no me quieres,
me quieres, no me quieres.
Amada mía, desojándome,
me avivas y me mueres.

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“Triunfaron, si, triunfaron”, ganó la derecha, siempre triunfó la derecha, la injusticia de los ricos sobre los pobres; la explotación, la represión sobre la libertad, la limosna sobre la justicia, la religión sobre la verdad.
Triunfó y sigue triunfando esa desigualdad que no deja al pobre, al desahuciado de propiedades y derechos humanos, al excluido de la opinión de decidir sobre su propia vida, al que no se le deja otra opción que la de trabajar por cuenta ajena.
Al pobre de si mismo que no se cree su propia dignidad ni categoría humana, indigno de llamarse hijo de Dios por derecho propio. Pordiosero incurable de recibir solo benevolencias y caridades de los que a bien tienen el dárselas.
Ganaron las derechas, si, ganaron, y siguen ganando, “Señor,¿ hasta cuándo?
¿Cuándo llegará a hacerse verdad tu sermón de la montaña?

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Cabalgamos sobre un cuerpo hecho de tiempo
que irremediablemente camina a su ritmo de vida.
No queremos que corra ni más ni menos de lo previsto en su naturaleza.
No queremos guiarlo ni más ni menos de lo apropiado a su destino.
No queremos sentirnos ni más ni menos vinculados a su temporal identidad.
Ya que el espíritu que lo cabalga, sin querer despegarse de su cuerpo,
debe saber, que no está sujeto al mismo tiempo.

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Estoy seguro de algo
que no se bien lo que es,
pero estoy seguro,
de que lo que sea,
será, lo único seguro.

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¿Qué esperas en esa estación sombría
en la que no pasa ni Dios?
¿Qué buscas en esos interiores desgastados,
de tanto hurgar, o en ese silencio inaccesible
que no se calla?
Y es que perdido en esta búsqueda desmemoriada
estoy obsesionado en buscar, lo que busco.

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En esta presurosa vida, que imprevista,
no deja que me relaje,
siempre padezco de los nervios de viaje.

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Lo siento, me gusta más;
una canción que un espectáculo,
una reunión que una movida,
una barca de pesca que un crucero,
una sencilla belleza que una difícil obra,
un buen camino que un coche,
un creer que un credo,
un sentido de vida que una religión,
un abrazo que una bendición,
una autentica alegría que la felicidad.
Lo siento, me gusta más,
una profunda cercanía que una gran superficialidad.

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