LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Estación postrera



Estación postrera
de pasillos largos,
luz amarillenta
y de turbio blanco
paredes y puertas.

¡Aquí señor! ¡Aquí!
Su habitación de salida,
su cama, su armario,
descanse usted sin prisa,
el tren tiene retraso.

Buen viaje padre;
¿lleva usted chaqueta?
De noche y a sus años
seguro que refresca.

Recuerdos al abuelo,
al tío y a la abuela,
no escribas cuando llegues,
te compraremos flores
de luto por noviembre.


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Las verdades a voces solo saben a coces.
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Me repito y se me olvida,
que con nobleza se entiende
y con soberbia se irrita.

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Lo deseado y prohibido
dos veces apetecido.

Tiene brillo y redondez
el dinero que no es mío.
Tiene curvas sonrosadas
la llamada del instinto.
Tiene coronas doradas
el triunfo y el egoísmo.

En la manzana de Adán
se encierra todo lo dicho;
el brillo vil del dinero,
la suavidad de la piel.
La grandeza y el deseo
de superar al gran juez.

Vivir quiero con amor
en la paz del paraíso;
de mi alma tira Dios,
de mi cuerpo lo prohibido.


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No cambie de canal,
“la onda indiferente”,
le contará noticias
de hambre, guerra y muerte
al son de buena música,
para que no se entere,
para que no despierte.

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Aprendiendo el hombre;
se puede adaptar:
a la tierra , andando,
nadando en la mar,
al aire, volando,
y a la ilusión,
algunos soñando.

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No se mide la violencia con la impetud del violento,
sino con el dolor del violentado.
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Hay violencia sin cuchillo
y sin mano que golpee;
violencia fría de humano
con disfraz de buena gente.

Tocando solo un botón,
comerciando con aceite,
con lemas de religión;
se destruye mucha gente.

Hay responsables de guerra
con sonrisa complaciente
que con gran indiferencia
dictan licencia de muerte.

La violencia camuflada
es de asesino agravante
de farsante pacifista
que no se mancha de sangre.

                                                           

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