LO HE LEIDO, LO HE SOÑADO, LO HE VIVIDO..., YA NO LO RECUERDO, QUE MÁS DA.

jueves, 25 de mayo de 2017

Producción, producción,




Producción, producción,
crecimiento, explotación.
Que el bruto del PIB
no pare de subir la rentabilidad de los inversores,
a costa de la miserable ganancia de los esclavos que elevan
la pesada piedra capitalista,
por encima de sus sufridas posibilidades.
Crecer, crecer, en intereses
de los especuladores, y no en mejoras de la humanidad
que extrae riquezas de todos los recursos;
agrícolas, industriales, energéticos, o minerales,
para poder medio comer.
"Que extraño que todos los que verdaderamente trabajan, sean pobres".
"Y que nadie me diga lo contrario, porque no lo voy a creer".
Que distinto seria que la mayor inversión estuviera encauzada
hacia el ser humano, hacia su bienestar, hacia una igualdad sobre el derecho a ser medianamente felices,
hacia una humanidad, humanizada, con suficientes neuronas espejo
capaces de sentir empatía por las familias e hijos ajenos.
Una humanidad enfocada hacia sí misma que invierta todo su crecimiento en los valores que no sean patrimonio del poder capitalista,
sino de una feliz y justa convivencia.

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“cultura con minúscula”.
“cultura de las entrañas y los corazones”,
heredada a través de epigenéticas sin titulo
que enredan meticulosas combinaciones neuronales,
basadas en la laboriosidad.
“cultura del pueblo llano”,
no apta para editoriales de papel,
trasmitida a través de generaciones de controlada categoría,
por otra Cultura de impostora  nominación,
publicada, acotada y recortada por los guardianes del verbo,
que usan maliciosamente sus poderes para censurar todo conocimiento
que no esté encasillado entre sus vanas y absurdas dictaduras,
que solo quieren rebajar las estimas de los que se consideran ignorantes
por no entender lo inentendible.
Digna cultura con minúscula que yo enaltezco y señalo
en las cotidianidades de la vida popular:
de las madres que cuidan, administran y elaboran quehaceres de magistral sabiduría; así como la infravalorada cultura de los agricultores que con tan primorosos detalles, cuidan de sus sensibles cultivos, imprescindibles para el sustento humano; como inolvidables son también los trabajadores de toda clase de labores, con sus especializados oficios cuya habilidosa técnica
nunca viene refleja en los libros.
Subrayo y realzo el sentimiento de la sabiduría popular expuesta en la sinceridad y cercanía entre vecinos y familias que se sienten obligados por su auténtica moral, a ayudarse en los momentos difíciles, contrariamente al despego existente detrás de los bastidores de la sofisticada elocuencia.
Cultura con minúscula, a la que admiro  y de la que quiero aprender, de corazón, no asequible en este mundo ruidoso, para ser oída por oídos distantes y atrofiados por la distracción constante, sino íntimamente sentida en los pálpitos que siempre se captaran a través del abrazo.

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